20 años de Counter-Strike

Cuando era niño, no contaba con una PC en casa. Si quería acceder a internet o jugar un videojuego exclusivo de PC, tenía que hacerlo a través de un Cyber. Por suerte, tenía uno en la esquina de mi casa.

Cada fin de semana, les pedía dinero a mis padres para ir a jugar, y me entregaban alrededor de diez pesos. Para que se hagan una idea, la hora costaba unos pocos centavos, por lo que diez pesos era un paraíso.

Cuando salía de casa, me cruzaba con pibes (niños) del barrio. “¿vas al Cyber?” me preguntaban, “¡Sí! ¿vienen?” les respondía. Llegaba al Cyber, pedía una máquina y le agregaba dos pesos al contador. El resto, lo gastaba en Papas Fritas y una Coca-Cola.

Ni bien encendía la PC, ya sabía lo que tenía que hacer. El resto de pibes, también. Había que abrir Counter-Strike 1.6, crear una partida en Dust_2 y avisar que “solo se juega por largo”, para propulsar los encuentros.

Era un 2v2, o un desparejo 3v2. Si había algún engreído, se jugaba un 4v1. En el mejor de los casos, se lograban partidas repletas de gente. Todo, conectado por LAN. Todos, en el mismo lugar, jugando Counter-Strike.

Algunos días, se sumaban desconocidos. Personas que te llamaban la atención tocándote el hombro, “¿me puedo unir?”. O los que no les interesaba preguntar, que se conectaban a la partida sin decir nada.

En otras ocasiones, pintaba jugar en línea. El dueño del Cyber había instalado el anti-cheat y compartido un par de IPs para unirnos a servidores en los que siempre haya gente.

El juego en línea era otro mundo. Jugabas con desconocidos que ni si quiera veías a la cara. Los micrófonos abiertos ambientaban las partidas. Personas escuchando música, dando órdenes, relatando una vida que no le interesaba a nadie o, como siempre, insultando. Era lo esperable en un juego en línea. Era lo que se esperaba en Counter-Strike.

Sin embargo, el juego en línea tenía un gran peligro. Estar en la mejor partida de tu vida y que de repente, el personaje no se pueda mover. Peor aún, que te expulsen del servidor por tener “un ping demasiado alto”. Con total desesperación, mirabas a tu alrededor, “¿quién me está dando Lag?”, y encontrar la respuesta: un cliente tomó una máquina para consumir Youtube. No le podías decir nada, estaba en todo su derecho.

Cuando nos aburríamos, bajábamos MODS. Instalábamos mapas creados por la comunidad en los que se tenía que “surfear” o simplemente, eran creaciones absurdas para pegar tiros un rato. En el mejor de los casos, instalábamos skins para nuestras armas, guardando en una carpeta compartida del Cyber los archivos de cada uno. Todo consistía en llegar al negocio, instalar los datos de tu carpeta y tener un personaje completamente personalizado para vos. Los demás no lo notaban, pero vos te sentías distinto y poderoso, añadiéndole un puntero láser al Ak-47.

Eran las aventuras que se vivían en un negocio de barrio. Con pibes del mismo barrio. Y si pintaba, con gente que venía de otros lugares. Se armaban torneos o partidas rápidas, todo era casual y para pasar el rato, pero se jugaba con una pasión única.

Esta semana, Counter-Strike cumplió veinte años. Un videojuego que hizo aparición como “MOD” de Half-Life, uno de los mayores éxitos de Valve en los 90’.

Nadie se hubiese imaginado que ese simple MOD se transformaría más adelante en un fenómeno mundial. Que sus versiones posteriores marcarían la vida de muchísimas personas y el transcurso de una industria entera.

Counter-Strike tuvo una magnitud tan grande que fue el núcleo de todo Cyber, el propósito de millones de personas para acercarse al juego en redes. Posteriormente, fue uno de los grandes impulsadores para los deportes electrónicos, de hecho, hasta el día de hoy, sigue emocionando a espectadores y dándole un trabajo a jugadores profesionales.

Pero más allá de sus logros del pasado, que no son pocos y mucho menos, menores, Counter-Strike es relevante porque se sigue jugando. Sus versiones antiguas siguen siendo la excusa perfecta para reunirse con amigos en una partida privada, mientras que CSGO acumula horas en los marcadores de millones de jugadores alrededor del mundo.

El First Person Shooter pudo haber evolucionado, pero la magia de Counter-Strike se mantiene intacta.

Miguel Medina
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