Cuando era niño, no contaba con una PC en casa. Si quería acceder a internet o jugar un videojuego exclusivo de PC, tenía que hacerlo a través de un Cyber. Por suerte, tenía uno en la esquina de mi casa.
Cada fin de semana, les pedía dinero a mis padres para ir a jugar, y me entregaban alrededor de diez pesos. Para que se hagan una idea, la hora costaba unos pocos centavos, por lo que diez pesos era un paraíso.
Cuando salía de casa, me cruzaba con pibes (niños) del barrio. “¿vas al Cyber?” me preguntaban, “¡Sí! ¿vienen?” les respondía. Llegaba al Cyber, pedía una máquina y le agregaba dos pesos al contador. El resto, lo gastaba en Papas Fritas y una Coca-Cola.
Ni bien encendía la PC, ya sabía lo que tenía que hacer. El resto de pibes, también. Había que abrir Counter-Strike 1.6, crear una partida en Dust_2 y avisar que “solo se juega por largo”, para propulsar los encuentros.
Deja un comentario