Hoy a la mañana, mientras desayunaba, abrí la aplicación del cine al que suelo asistir, con el objetivo de comprar un par de entradas para ver la nueva película de Toy Story. Cuando se desplegó la cartelera, sucedió algo raro, y es que gran parte de las películas expuestas ya las había visto en algún momento, hace muchos años.
En realidad, eran remakes, así que, en cierto modo, no vi ninguna de ellas.
El anuncio de Aladdin no me causó una sensación de repetición. Mucho menos el de El Rey León. Tampoco el de Dumbo. Ni por asomo el de Hombres de Negro. Pero, ver todas las películas en cartelera, hizo ruido en mi cabeza. Estamos pagando una costosa entrada para ver nuevamente un éxito de antaño, con añadidos artificiales.

Repetir una película no está mal, ¿quién soy yo para decir lo contrario? Desde que Dumbo se puso en cartelera, lo único que quiero es liberar mis tiempos para ir a verla. Lo mismo con El Rey León, una de mis películas preferidas. Sin embargo, considero relevante frenarse un instante y pensar, ¿realmente quiero ver lo mismo? Una película que ya sé como terminará, cual será el destino de sus personajes, los giros argumentales más importantes, pero con cambios visuales, porque es lo principal que puede cambiar en el remake de un film.
Eso sí, el ruido que se me generó, trascendió el cine. Mis tiempos de ocio, prefiero taparlos con videojuegos, y este año está siendo caracterizado por acercarnos remakes. Y vamos de nuevo, a la hora de jugar Resident Evil 2, fui el primero en emocionarme. Me está sucediendo lo mismo con Crash Team Racing Nitro Fueled. Y probablemente se repita cuando llegue a mis manos MediEvil.

De hecho, en el E3 2019, uno de los anuncios que más expectativas generaron y, sobre todas las cosas, más conmocionó al público presencial, fue el de Final Fantasy VII remake. No hace falta aclarar su importancia en los videojuegos o lo destacable que fue su narrativa y banda sonora en el pasado. Mucho menos, el importante lavado de cara que se le está dando para que llegue en 2019. No obstante, y para no desviarnos del punto central: nos estamos emocionando por el relanzamiento de un videojuego exitoso.
Decirlo no es fácil. La nostalgia es lo que realmente mueve montañas (de dinero) en esta industria y el relanzamiento de un videojuego siempre será recibido con los brazos abiertos, sobre todo cuando propone mejoras sustanciales. Pero no deberíamos dejarnos llevar tan fácilmente. Y con ello no me refiero a que soltemos veneno en cada anuncio, en absoluto. Sino, ser conscientes del camino que estamos transitando, más aún cuando a la hora de revisar los mejores videojuegos del año, se sienta impregnado un aroma noventero.
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