Cuando Apex Legends arribó las tiendas digitales, la comunidad de jugadores unificaba un solo mensaje: es el fin de Fortnite.
El videojuego de Epic Games venía siendo el líder indiscutible desde 2017, apoyándose en una jugabilidad original y parches semanales con contenido descargable gratuito. Con Apex Legends se les dio vuelta la tortilla: perdió su trono en Twitch, su fama en Youtube, su posicionamiento en Google; prensa y jugadores hablaban maravillas del FPS, el nuevo juego del momento, un nuevo capítulo para la historia del Battle Royale.
Apex Legends era distinto a Fortnite, como éste último lo fue de PUBG. Perspectiva en primera persona, Héroes, valor competitivo y grupal, además de la posibilidad de revivir en medio de la partida. Jugar Apex Legends ofrecía nuevas sensaciones en un género monopolizado por Fortnite y ridiculizado por las copias (de la copia), asomando una sana competencia entre ambos estudios para ver quien se sentaba en el trono.
En Solo Jugadores le dedicamos un artículo a Apex Legends, hablando de su importancia en el género Battle Royale y como obra exitosa, salvaguardia de Respawn Entertainment y Electronic Arts, compañía que viene practicando la cuerda floja hace un largo tiempo.
Destacando las principales premisas de Apex Legends, llegamos a una conclusión: no es mejor que Fortnite, sino que es distinto. Ambos videojuegos se desmarcaban perfectamente para poder convivir en el género, aunque la competencia sea inminente. Pero, también subrayamos otro punto: para que se mantenga el éxito, es necesario una buena atracción para los jugadores.
Algunos meses después, encontramos a Apex Legends en medio de la deriva. Si bien son miles los jugadores que disfrutan de él diariamente, no alcanza las cifras destacables del “mata Fortnite” que todos bautizaron a principios del año. El contenido semanal ha dicho ausente, mientras que el pase de batalla no se presenta como un fuerte incentivo para pasar por caja.
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