Marvel’s Spider-Man se aferra al género de mundo abierto para fidelizar una New York en la que podamos balancearnos día y noche. A través de sus calles, serán muchas las actividades esperando a que las completemos, la gran mayoría de carácter secundario. Encontramos delitos que debemos detener, ciudadanos que nos piden ayuda, puzzles desafiantes y coleccionables. El contenido secundario de este juego es robusto y repleto de variedad, aunque luego de varias horas, lo que en un inicio pintaba bien, podría agobiar al jugador y caer en lo monótono.
El progreso en Marvel’s Spider-Man se logra a través de las misiones principales y secundarias, como dos caras de una misma moneda. Las primeras sirven para narrar la historia y recompensar al jugador con una buena cantidad de experiencia, gadgets y trajes. Las actividades secundarias, en cambio, son vitales para poner en funcionamiento los desbloqueos de las misiones de historia, justamente.
Esto es así debido a la implementación de “fichas” las cuales entran en vigor en el momento que completamos cualquier actividad en la ciudad. Basta con detener un delito, agarrar un coleccionable, superar un puzzle, etcétera, para que el juego nos regale una o más fichas relacionadas con la actividad en sí y que concluirá el desbloqueo de un traje, gadget o habilidad.
Marvel’s Spider-Man cuenta también con un sistema de niveles. Al subir un nivel (ganando experiencia a través de cualquier tipo de actividad) recibiremos un punto de habilidad listo para canjear en un extenso árbol de habilidades. La función de estas habilidades apunta a expandir el abanico de acciones de Spider-Man con nuevos combos y posibilidades de combate o sigilo. Pero en segundo plano, cuando subimos de nivel, también estarán listos una serie de trajes y gadgets para que desbloqueemos con las meticulosas fichas, pero, ¿qué aportan al jugador?
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