Los escenarios siguen deleitando con sus coloridos y laberínticos diseños, concluyendo en una jugabilidad idéntica a la de varios años atrás. Con algunos ligeros retoques, los jugadores más veteranos en la saga sentirán una vuelta a los orígenes, pero con aires renovados en ciertos aspectos jugables. Un añadido, por ejemplo, es el de autoguardado al final de cada nivel, pudiendo seleccionar la opción “clásica” que nos retrocede a Green Hill Zone en el caso que perdamos todas las vidas del erizo.
Jugablemente es completamente tradicional, un clásico que, si funcionó varias generaciones atrás, pretende seguir haciéndolo en los tiempos actuales ¡y lo logra con creces! Acelerar, frenar, rodar, esquivar y sortear enemigos a una velocidad supersónica siguen siendo las principales premisas en un videojuego que apenas envejece en este apartado. Controlar a Sonic sigue otorgando grandes sensaciones y marcando la diferencia con los plataformas que intenten darle competencia, manteniéndose como un videojuego único, a pesar del paso del tiempo.
Los enemigos son variados y con una buena gama de acciones para entorpecer nuestro camino hacia el final del nivel. Pueden atacar de manera imprevista, haciendo que el jugador muera varias veces hasta aprender sus movimientos y entablar un recorrido eficiente. La vida en Sonic Manía se presenta igual que siempre: a través de la recolección de anillos y la obtención de “revivir”
Rompiendo objetos y eliminando enemigos, Sonic recolectará los famosos anillos los cuales al llegar a la cifra de 100 (cien) nos otorgará una vida entera, en otras palabras, la chance de revivir en el último punto de control en el caso de morir. Si en alguna ocasión, encaramos mal a un enemigo, los anillos (todos) se dispersarán por el escenario, siendo imposible recuperarlos en su totalidad. La dificultad sigue estando a la orden del día, muriendo una y otra vez y ocasionando que a través del prueba y error logremos combatir a los enemigos, superar las trampas y finalmente, acabar con los jefes finales.
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