
Review de Scorn (Xbox One, Xbox Series X|S, PC), videojuego de aventura y plataformas desarrollado por Ebb Software.
Desde su primer tráiler en 2014, quedó muy claro que los desarrolladores de Ebb Software estaban preparando una experiencia distinta dentro del mundo de los videojuegos. Pero lo diferente no siempre es bien recibido y Scorn tuvo un camino lleno de complicaciones: un primer Kickstarter que no dio frutos; la idea de sacar el juego en dos partes que luego fue desestimada y el anuncio de que no iba a ser desarrollado para PS4 y Xbox One. Es interesante ver cómo, a pesar de las dificultades, el título distribuido por Kepler Interactive pudo encontrar su identidad y alcanzar un lanzamiento mundial.
Hoy tenemos en nuestras manos una experiencia artística única, inspirada principalmente en obras de H. R. Giger, que cuenta una historia cruda y llena de misterios dentro de un mundo aterrador. Pero admirar Scorn como arte y jugar Scorn como un videojuego son dos cosas muy diferentes.
Horror corporal y mutilaciones como moneda corriente

El estilo biomecánico, descrito así por H. R. Giger, es muy particular y fácil de reconocer. Scorn se agarra de este detalle y nos muestra un mundo que mucha gente fanática del cine de terror puede identificar y admirar. Por momentos, el juego genera una sensación extraña, porque los pasillos y habitaciones tienen construcciones llenas de caras y cuerpos mutilados, pero hay un magnetismo constante a querer observar y detenerse a apreciar semejante trabajo. No es morbo, aunque un poco puede ser, pero la ambientación está tan bien lograda que es digna de pararse y aplaudir.
Incluso el diseño de nivel, que es complejo e intrincado, utiliza muy bien el arte biomecánico y lo lleva al exponente más alto. Los pasillos parecen venas interconectadas de un ser mucho más grande y cada una de las habitaciones gigantes, con sus respectivos detalles y monumentos, son capaces de quitar el aliento, obligar al jugador a frenar y sacar algunas fotos.
Pero así como la estética de Scorn es hermosa y bien lograda, el juego es muy visceral y no le importa mostrar distintas mutilaciones y escenas de violencia explícita para contar su historia. Esto hace que el título desarrollado por Ebb Software no sea para cualquier persona con un estómago flojo o que se impresiona fácilmente.
Poco placentero de jugar

Scorn está diseñado para ofrecer pocos detalles y pistas a sus jugadores. Cuando comienza la aventura no hay un solo indicador de qué hay que hacer o cómo manejar al protagonista. La poca información que se ve en pantalla es para los acertijos que involucran mecanismos, pero no hay mucho más de donde agarrarse para entender qué está pasando.
Esa vaguedad para explicar cómo jugar afecta directamente el primer contacto con el juego. Muchas veces no se entiende cuál es el próximo objetivo y, lo único que genera una pequeña motivación para avanzar, es haber completado un acertijo, abierto una puerta a lo lejos o movido una palanca que no se sabe muy bien qué hace.
En esos detalles se genera la gran grieta entre Scorn como arte visual y como videojuego: es mucho más placentero mirar a alguien atravesar los pasillos del juego que estar recorriendo uno mismo esos caminos. Se hace frustrante no ver el pequeño interruptor que abre la puerta correcta y de esta manera pasar por el mismo pasillo unas 20 veces. Lamentablemente las preguntas “¿qué acabo de hacer?”, “¿y ahora qué?” y “¿para qué sirve esto?” son comunes y arruinan la experiencia del jugador.
Un sistema de combate flojo

Si hay algo que se siente superfluo en Scorn son sus secuencias de disparos. Los enfrentamientos parecen inclusiones forzadas para no dejar afuera la posibilidad de utilizar armas con diseños poco comunes. En cierta forma Ebb Software incorpora el sistema de combate para sumarle valor al título y para darle frescura a una jugabilidad llena de acertijos y caminatas.
El gran problema es que las batallas transcurren de forma muy tosca. Los monstruos tienen una puntería envidiable y los controles para manejar al protagonista no reaccionan de la mejor manera a la hora de esquivar o apuntar. Suprimir por completo todas estas batallas y generar un sistema más enfocado a escapar o esconderse, como se hace en Alien Isolation, hubiera sido una mejor decisión.
Scorn es un deleite para los ojos pero no para las manos. A pesar de ser un juego corto, que se puede terminar en 5 o 6 horas, por momentos se siente eterno y pesado. Por suerte la ambientación y la increíble dirección artística levantan el título y dan un motivo para ver el final. El trabajo de Ebb Software va a ser recordado como el videojuego que mejor logró reflejar la visión artística de H.G. Giger, pero que lamentablemente es algo rústico y molesto de jugar.
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