Crónica de Cookie Clicker: una galleta, un clic y un apocalipsis universal

Ahí estaba yo. Cookie Clicker me presenta una enorme galleta con chispas de chocolate. Era el final. Estaba frente a mis ojos, y aún así le di un clic. Dos clics. Tres, cuatro, diez, veinte, cien. Cada clic me daba galletas, y cada galleta me ayudaba a desbloquear un “edificio” para obtener más galletas: un cursor para cliquear por mí, una abuela para amasar galletas, una granja de galletas, una mina de galletas, una fábrica de galletas, un banco de galletas.

Cuando quise acordar, tenía miles de galletas produciéndose al segundo, sin necesidad de que siga haciendo clic. Decenas de cursores, abuelas, granjas y fábricas creando galletas. Las noticias informando el suceso que se agudizaba con el paso del tiempo: “Los médicos recomiendan comer galletas frescas dos veces al día” reportaba un medio. “Un hombre atraca un banco para comprar galletas” informaba otro.

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El mundo cambió


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El mundo cambió. El papel dinero dejó de ser relevante ante las galletas, que no solo son una moneda, sino también un motivo para vivir. Con miles de galletas abrí el primer templo para rezar a las galletas, y lo que siguió después fue el inicio de la obsesión máxima por obtener más galletas. Una torre de magia para generar galletas con conjuros, la creación de una nave espacial para buscar galletas en otros planetas del sistema solar, un laboratorio de alquimia para crear más galletas con científicos expertos. Era caóticamente precioso.

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El número de producción de galletas por segundo seguía creciendo. Eran miles. El contador aumentaba, solo aumentaba. Cookie Clicker me brinda la posibilidad de usar una nueva mecánica llamada “terrón de azúcar”, una divisa que se genera cada 24 horas reales para desbloquear minijuegos que posteriormente darán más galletas: un jardín para cosechar plantas de galletas, una bolsa de valores para invertir en materias primas que generen más galletas a futuro, un panteón donde invocar cultos para aumentar la producción, un grimorio donde usar la magia para… seguir obteniendo galletas.

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La satisfacción de ver cómo suben la cantidad de galletas disponibles para seguir comprando mejoras que aumentarán aún más la producción es comparable a los City Builder que nos liberan en un terreno vacío en el que poco a poco construimos una ciudad enorme que funciona sin que hagamos un solo clic. La diferencia radical es que acá solo necesitamos de unos pocos clics para que la bola de nieve comience a rodar. En unos minutos… es cuestión de esperar para ver el mundo arder con gusto a chocolate.

El universo cambió


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No hay final. La producción sigue, sigue y sigue. Las abuelas amasan galletas sin descanso y controlan los edificios más importantes de la industria. La próxima adquisición es un portal para buscar galletas en otras dimensiones, una máquina del tiempo para buscar galletas del pasado, un condensador de antimateria para condensar la antimateria del universo en galletas y un prisma para transformar la luz en galletas. Ya no era solamente el mundo, sino el universo. El multiverso. Todos querían galletas. Todos querían comer, producir, venerar y vivir por y para las galletas.

La producción aumenta a más de 100.000.000.000 galletas por segundo. El contador no hace más que subir desde que di aquel primer clic. Las noticias avanzan y son cada vez más catastróficas. No hay nada más interesante que saber qué sucede con la economía de las galletas y la industria de las galletas. Las cosas suceden tan rápido que literalmente perdí el control sobre lo que sucede.

El espacio y el tiempo se desvirtuaron a través de las galletas, y aparecen bestias fantásticas que se interponen en la producción. Las abuelas devienen en bestias amorfas que solo buscan galletas. Las alternativas no son muchas más que usar los monstruos a mi favor en la producción o apartarlos de mi camino. No es fácil, pero tampoco imposible.

Un sistema que inevitablemente se autodestruirá


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Cookie Clicker tiene el mayor efecto mariposa que vi jamás en un videojuego. Con un solo clic, el contador empezó a aumentar y arrancaron los engranajes de un sistema que depende enteramente de la producción de un objeto simple, pero que fue capaz de someter a las personas en religiones, relaciones internacionales, trabajos explotadores y una obsesión que las llevó a cometer los mayores logros de la humanidad, solo para obtener más galletas.

Pero con el aumento de cientos de miles de galletas por segundo sin que haga nada, significa que estaba ante un sistema que jamás dejará de funcionar. Jamás. Y que inevitablemente iba hacia lo peor. Cookie Clicker es consciente de ello, y me presenta una puerta de salida con el “Legado”, que es simplemente la destrucción del multiverso. En ese momento, la galleta que cliquee en un inicio y que comenzó todo este caos que involucró abuelas, fábricas, portales y viajes interdimensionales, se quiebra en varios pedazos. Finaliza todo. Se reinicia la historia.

Y ahí estaba yo. Cookie Clicker me presenta una enorme galleta con chispas de chocolate. Era el final. Estaba frente a mis ojos. Y para evitar la destrucción del multiverso, esta vez no le di clic, sino que cerré el juego. Fue el mejor desenlace posible.


Cookie Clicker ya está disponible en PC. Podrás encontrar más información sobre el videojuego en nuestra cobertura.


Miguel Medina
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