El camino que tome cada jugador, sumado a la rapidez de su aprendizaje, es lo que le dará vida a Reventure, por lo tanto, la duración es incalculable. En mi caso, desbloquee cerca de 10 finales en menos de 15 minutos. En uno de ellos, por ejemplo, sucedió que tomé la espada, un escudo, una bomba, un gancho y el peso fue tan grande, que Tim se quebró las piernas. Final de la historia. Final, de esa historia.
Reventure prosiguió rápidamente con una escena en la que se narraba que Tim fue operado y al cabo de unos meses, ya estaba listo para reaventurarse. Tim, ya no era el mismo que antes, sino que ahora usaba muletas. Sin embargo, la jugabilidad quedó intacta. Lo que hice fue salir de la casa, tomar una espada y avanzar todo lo posible. Entre varios hechos ocurridos, me aplastó una roca, y a partir de allí, Tim pasó a ser un saco de huesos, arrastrándose por todos lados. Más adelante, ocasioné su muerte, y lo fantástico de Reventure es que, en tal caso, el protagonista es reemplazado, aunque no revelaré más detalles sobre esto.
En Reventure, la dificultad se aferra a nuestro desempeño en los simples combates con enemigos o la resolución que le demos a ciertos puzzles. Pero, sobre todo, el prueba y error es el punto principal de la obra. Estaremos husmeando el escenario entero, hasta que metamos la nariz en donde no debíamos. Allí, se desprenderá un hecho trágico, uno de los tantos finales que esconde Reventure. Al rato estaremos de vuelta en acción, y si bien nos devuelve al principio de la historia, en la casa de nuestro personaje, el trayecto es corto y se ira tornando cada vez más fácil, de acuerdo al aprendizaje con el entorno.
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