Análisis de Oxenfree II: Lost Signals (PS4, PS5, Switch y PC), aventura gráfica desarrollada por Night School Studio.
Oxenfree II: Lost Signals toma el camino más efectivo que puede tomar cualquier secuela y se queda con lo que realmente servía de su antecesor. El primer Oxenfree es un título de terror que supo traer a colación varios de los elementos narrativos más tradicionales del género (incluso por fuera de los videojuegos) para conjugarlos con algunas ideas mecánicas realmente interesantes. Con eso en mente, Lost Signals se presenta como un videojuego continuista y expansivo a partes iguales que intenta no dejar ningún cabo suelto con la entrega anterior.
Un nuevo relato en un mismo contexto
Oxenfree II nos pone en el lugar de Riley, una mujer que vuelve a su ciudad natal y que, en el proceso, ha sido contratada para investigar unas señales que proceden de la isla de Edwards (la ambientación del primer Oxenfree). Dicho trabajo será el puntapié inicial de una experiencia familiar para aquellos que hayan probado el primer título de Night School Studio, un mundo donde existe la posibilidad de comunicarse con entidades de otra dimensión por medio de señales de radio y que vamos a atravesar por medio de tres mecánicas centrales: caminar, hablar y sintonizar señales radiales.
Ahora bien, la profundidad a la que refería en la introducción se nota primordialmente en su narrativa. A diferencia del primer título, que contaba con cinco protagonistas que no llegaban a conectarse ni desarrollarse del todo bien, Oxenfree II es más inteligente en su planteo, por lo que consigue construir un relato más efectivo con una propuesta más simple. Dos protagonistas, un antagonista y algunos secundarios es todo lo que el título necesita para narrar.
En particular, me quedo con las conversaciones, que en su amplio espectro de posibilidades nos permiten sentir una especie de “flujo” a la hora de comunicarnos con nuestros interlocutores. Asimismo, las elecciones se alejan de las simplificaciones del primer juego y nos ofrecen situaciones mucho más ambiguas. La idea tan común en el medio de “elección buena, mala o intermedia” no suele hacerse presente y, por el contrario, nos encontramos con momentos complejos que añaden capas de profundidad a la historia.
Camena es una locación que aporta verosimilitud a la historia
En este sentido también hay que resaltar que Camena, la localidad en la que se ambienta el título, aporta al relato de una forma que la isla de Edwards no conseguía. No digo que haya una forma correcta de aportar “vida” a una historia, pero haber dejado de lado un setting turístico (que parecía inhabitado y conveniente para los sucesos dramáticos) y optar por una ciudad que vive más allá de los protagonistas me parece un acierto en dos niveles.
Por un lado (y de nuevo), a nivel narrativo, ya que Camena parece existir más allá de los acontecimientos del juego y eso le da peso a la historia. Nuestras acciones importan porque hay cosas en juego. Y por el otro, en términos jugables, ya que dan ganas de conocer esta nueva locación, de meternos en sus recovecos y explotar lo más posible la mecánica del walkie talkie (la mayor novedad jugable de la secuela).
Una secuela más
Por lo demás, seguimos estando frente al mismo juego, con la misma propuesta artística y una música bastante similar, solo que más refinado en prácticamente todo detalle. Es una obra más enfocada y mejor direccionada, pero que no se distancia de sobremanera ni rompe ningún esquema. Es probable que sea más cercana a lo que los desarrolladores tenían en mente para Oxenfree pero el hecho de que han perdido el componente de novedad que acompañaba a ese título es inevitable. Es triste llegar a una conclusión tan tradicional, pero es la que toca: Oxenfree II: Lost Signals es un buen juego sin grandes elementos diferenciales. Si el primero te gustó, este también (y viceversa).
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