Atención. Este post contiene spoilers de los siguientes videojuegos:
- Red Dead Redemption 2
- God of War
- The Last of Us
Hace un par de días me encontraba jugando la campaña de Red Dead Redemption 2, donde me tocó una misión bastante interesante.
Abigail entra en escena, desesperada, pidiendo ayuda para encontrar a su hijo Jack Marston. Dutch intenta calmarla, jurando encontrar al niño. Para cumplir su juramento, pide a la gran mayoría de Forajidos que lo acompañen a una mansión, propiedad de una familia adinerada y poderosa del pueblo de Rhodes. Eran los principales sospechosos.
En total eran ocho forajidos, los más despiadados del grupo entero. Un asalto a un banco podría realizarse con cuatro personas. Una infiltración en una granja, con dos. Pero cuando la vida de un familiar o, como en este caso, de un niño, está en peligro, las diferencias entre todos se disuelven para lograr que llegue sano y salvo.
Un plano perfecto muestra como los ocho hombres se acercan a la casa. John Marston, padre de Jack, tenía tanta furia encima que en ningún momento despegó el fusil de sus manos. Dutch, el “capitán del grupo” se adelanta para pedirle a los guardias que se presente la jefa de la casa, quien estaría detrás del secuestro.
La mujer no se presenta y encima, manda a decenas de hombres a aniquilar a Dutch y compañía. El grupo logra vencer a todos los enemigos hasta dar con la dueña de la mansión, quien revela que Jack no se encontraba en la casa, sino, muy lejos de ella.
El grupo de forajidos despiden a la mujer, la mansión y el rancho entero con un enorme incendio.
Esta misión es realmente importante. Es una muestra perfecta de que más allá del rol (socialmente repudiable) de cada personaje, hay un fuerte sentimentalismo, un rasgo característicamente “humano”. Tanto Arthur Morgan como cualquiera de los hombres que conformaron el grupo que atacó la mansión en busca de Jack, unieron fuerzas por un miembro de la familia. Un fuerte exponente del lazo afectivo que hay entre los personajes, más allá del odio que puedan tenerse en otras ocasiones.
Ahora quiero comentar otro capítulo, pero esta vez, de God of War (2018).
Kratos habría dejado su pasado hace mucho tiempo. No era cualquier pasado, sino que era una vida entera. Una vida en la que su figura como Dios de la Guerra le trajo problemas y pérdida de esperanzas. En su nuevo rol como padre y “fantasma” en un mundo nórdico, todo le estaba yendo relativamente bien, hasta que la “aventura” llamó a la puerta de su casa.
Entre varias idas y vueltas, en un momento determinado de la historia, Atreus cae enfermo. Freya, la bruja del bosque, intenta curarlo pero no sin antes encontrar un ingrediente importante: el corazón del guardia de Helheim.
Kratos se encuentra con un problema. La vida de su hijo Atreus depende del corazón del guardia de Helheim que solo puede ser tomado con un arma que transmita calor, fuego. La única que él conocía, eran las espadas del caos, su vínculo prohibido con el peligroso pasado como Dios de la guerra.
Sin pensarlo dos veces, Kratos se vuelve a encadenar las espadas del caos, une su pasado con el peligroso presente y genera un gran conflicto en el mundo nórdico. Un Dios de la guerra griego cumpliendo su rol en tierras ajenas.
Más allá de su figura como Dios implacable, Kratos se debilita con pensar que podría perder a su hijo, la persona que más aprecia en el mundo. Haría lo que sea por salvarlo. Atar las espadas del caos no es adquirir un arma que serviría para la ocasión y se volverían a guardar como recuerdo. Son muestras del juramento más peligroso de su vida, la evidencia principal de su egoísmo, violencia, avaricia y sobre todas las cosas, las armas que poseía cuando le arrancó el último suspiro a su esposa e hija.
¿En que se unen estas dos escenas? Antes, quiero comentar un caso más.
El final de The Last of Us.
El vínculo entre Ellie, una niña de 14 años que parecía ser la cura de la humanidad, y Joel, un tipo golpeado por la vida, crece progresivamente en una peligrosa aventura repleta de momentos inolvidables. ¿El objetivo? Que Ellie llegue al laboratorio de las luciérnagas para poder crear la cura definitiva a la epidemia del virus que azotó el mundo entero, transformando a muchos humanos en bestias con organismos similares a un hongo.
La relación entre Ellie y Joel es altamente distante en la mayor parte del videojuego. Como mencioné al principio, Joel no recibió tantas alegrías en los últimos años. Su hija murió en sus propios brazos a principios de la epidemia. Actualmente, su único objetivo es conseguir el “dinero” para poder alimentarse y seguir respirando, hasta que se le encargó la misión de “salvador de la humanidad”
Ellie, en cambio, es una niña que apenas conoce el mundo. Esto logra que en muchas escenas se muestra interesada por realizar acciones que Joel considera peligrosas. Sin embargo, esto no quita que haya tenido sus problemas. Pocos años antes de que conozca a Joel, fue amiga de una niña, quien la ayudaría a entablar su primer amor y al mismo tiempo, su “primera” pérdida.
Ambos personajes se encontraban muy bien diferenciados, ya sea por la edad o por las experiencias de vida, ocasionando que los roces entre ambos sean constantes. Sin embargo, y aunque sea muy en el fondo, Joel sentía un aprecio real por Ellie, un reflejo de su hija perdida.
Al final de la aventura, el rol de “tipo duro como una piedra” que llevaba Joel a lo largo de la campaña se rompe totalmente. Al entregar a Ellie, se entera que debían matarla para poder crear la cura que tanto anhelaba el mundo entero. Joel termina cambiando de opinión, eliminando a todo el que se ponga en su camino y sacando a Ellie del lugar. Cuando se iban en auto del laboratorio, Ellie despierta y le pregunta a Joel que sucedió, y este le responde que había muchos niños inmunes a la infección, por lo cual, la cura sería encontrada sin su presencia.
Al final de la aventura vemos un pequeño dialogo que desnuda la otra cara de la personalidad de Joel. Una cara egoísta, mentirosa pero al mismo tiempo, demostrativa de afecto y amor hacia lo que más quiere:
Ellie: Jurame que todo lo que mencionaste acerca de las luciérnagas es verdad.
Joel: Lo juro.
Podemos estar ante un personaje frío en expresiones, duro como una piedra. Puede ser un violento forajido sin moral, un poderoso Dios griego o un superviviente azotado por la vida. No importa, porque hay algo que puede contra todo.
El miedo a perder aquello que amamos.
