Review de Tchia (PS4, PS5 y PC), videojuego de aventuras desarrollado por Awaceb.
No es ninguna novedad decir que dentro de la industria de los videojuegos prevalece una lógica de tomar elementos que hayan funcionado en títulos anteriores y apropiarlos para contar una nueva historia. Las mecánicas fueron, son y serán el elemento diferencial del medio, aquel que construimos y resignificamos de manera conjunta todo el tiempo. Por eso mismo, no sorprende que Tchia, videojuego desarrollado por Awaceb, tome elementos fundacionales de varios de los éxitos de los últimos años y los utilice para intentar construir una historia cargada de identidad.
Derroche de cultura
El juego nos lleva a la isla de Nueva Caledonia y nos pone en el lugar de Tchia, una niña que lleva una vida muy tranquila en compañía de su padre y del ecosistema que conforma la isla. En dicho contexto, la paz se interrumpe por la presencia de Meavora, un dictador que, de un momento a otro, toma por la fuerza al padre de la protagonista y nos obliga a emprender un viaje para rescatarlo.
Desde el vamos, puedo afirmar que ese punto de partida es una excusa para poner el foco en otro lado. La narrativa es en todo momento plana y cargada de clichés que no le hacen ningún favor, pero esa carencia de profundidad intenta balancearse con un puntilloso desglose de elementos propios de Nueva Caledonia. La cultura de la isla se encuentra presente en todo momento y en todas partes: desde la posibilidad de jugar la totalidad de la experiencia en Drehu (una de las lenguas nativas del lugar) hasta elementos más ligados a lo mecánico que se toman música y relatos tradicionales.
Mecánicas conocidas en un escenario novedoso
Sin lugar a dudas, la referencia mecánica instantánea de Tchia es The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Al igual que en el título de Nintendo, la protagonista cuenta con una barra de energía que se gasta al realizar acciones como escalar montañas o planear con un parapente y tenemos la posibilidad de tomar objetos del entorno que podemos arrojar a nuestros enemigos.
Asimismo, el juego también toma inspiraciones del modelo Ubisoft (lógicas dentro del esquema de mundo abierto) que se ven representadas en las atalayas, ciertas misiones secundarias y el asalto a ciertos campamentos enemigos.
Las novedades: poseer animales y tocar el ukelele
Ahora bien, las dos grandes novedades mecánicas son la posibilidad de poseer animales y ciertas secciones donde podemos tocar el ukelele. La primera técnica se denomina “salto astral” y funciona con una “barra de magia” que, mientras tenga contenido, nos permite tomar el control de todo tipo de cosas. Diría que es la mecánica central y diferencial del título, y se torna sumamente importante a la hora de desplazarnos por el mapa y de resolver ciertas secciones de puzzles bien implementadas.
Con respecto al ukelele, tendremos la posibilidad de utilizarlo para invocar a diferentes animales o para algunas habilidades especiales denominadas “encantos musicales”. Además, el juego suele proponer desafíos rítmicos que, si bien son divertidos, pueden volverse largos y romper ligeramente con el ritmo general de la experiencia.
Dificultades técnicas importantes
Más allá de sus diversas virtudes mecánicas y estéticas, me siento en la necesidad de remarcar varios problemas de rendimiento en la experiencia. En su versión de PlayStation 4, las caídas de frames y el popping pueden volverse constantes en ciertas secciones y varias veces fui expulsado al home de la consola sin aviso previo. Desde luego, me estoy refiriendo a problemas técnicos que pueden solucionarse con el tiempo, pero que hoy entorpecen el título.
Tchia es un juego hecho con mucho amor, pero eso no lo hace sobresalir
Quitando de lado los errores técnicos, está claro que estamos ante una experiencia que parece querer “ir más allá”. De poner en juego elementos culturales que permitan profundizar y entablar un contacto directo con la vida de una isla que probablemente nunca vayamos a visitar en nuestra vida. No obstante, me temo que no deja de sentirse como otra obra que quiso replicar a Breath of the Wild sin darle una verdadera vuelta de tuerca. La búsqueda está, pero las novedades no están del todo aprovechadas, la narrativa es demasiado simplista, y el trasfondo cultural llega a sentirse superficial por los modos en los que entra en escena.
